Gran Hermano, Top Cheff, Supervivientes, Adán y Eva, Sálvame, La Isla De Los Famosos, Hermano Mayor, Gandía Shore, La Casa De Tu Vida, Mujeres, Hombres y Viceversa, etc., etc., etc. Siempre pienso lo mismo: la temática del programa es una excusa. La convivencia, la cocina, la supervivencia, las relaciones de pareja, las relaciones padres-hijos, los debates… Todo excusas. No son más que el hilo conductor utilizado para vender morbo, mezquindad, humillación y miseria. Ya no hay que ir a la plaza del pueblo a ver cómo ahorcan o pasan por la guillotina a alguien delante de todos porque las ejecuciones hoy las televisan. Al menos no son físicas, menos mal que en algo hemos avanzado los homo no tan sapiens, pero sí que son ejecuciones morales. Es decir: se coge a una persona, se expone públicamente, se ejecuta su dignidad, la gente se divierte, se recogen los restos y fin de la función. A por la siguiente víctima, no sea que la gente piense y se desembrutezca.

Personalmente no compro esa basura. Paso. Me duele la barriga sólo de verlo medio minuto, porque supongo que me recuerda el sinsentido donde estamos metidos. Y me indigno de saber que hay tanta gente a la que le gusta, porque me parece un síntoma de que aún estamos demasiado embrutecidos. No entiendo el interés por ver la vida de otro. Supongo que para muchos es una forma de olvidar su propia realidad triste y que les reconforta que haya gente que está, cuanto menos, igual de puteado. Es como si ver la miseria de otro les reconciliara con la suya propia. Mal de muchos… bah.

A las personas que dicen que ven los “reality shows” porque es un “experimento sociológico con los concursantes”, les diría si se ha planteado que probablemente las víctimas del experimento son ellas, es decir, los espectadores. El programa vuelve a ser una excusa para hipnotizar, idiotizar, y ver qué basura nos gusta comer para seguir produciéndola. “A ti qué más te da, que cada uno vea lo que quiera”, me diría alguno. Bueno, entiendo que alguien diga eso, a fin de cuentas yo mismo pienso así por pura resignación. Claro que cada uno decide (o más bien, cree que decide), pero a esas personas les explicaría que no veo en esos programas simplemente entretenimiento o incluso morbo. Para mí esos programas probablemente sirvan para, por lo menos, dos cosas perjudiciales:

  1. Normalizan la mierda. O sea, creo que poco a poco te meten en el cerebro la imagen de la humillación como algo que tiene lógica. Te acostumbra a ella como algo necesario e incluso divertido si cabe, y sospecho que te vuelve menos reaccionario al asumirla de tanto verla, hasta el punto de que llega un momento que ni sorprende ni conmueve. Es decir: embrutecen. El cerebro aprende por repetición y el chaparrón de desechos televisivos es constante.
  2. Fomentan la cultura de la estupidez y del mal gusto. Pongo un ejemplo: cuando yo era chico, la provocación era Sabrina cantando “boys, boys, boys” como si no se diese cuenta de que se le salía una teta mientras bailaba. Pero ese tipo de provocación rollo “destape de tetas” ya se normalizó hace mucho, por lo tanto no sorprende. Entonces hay que buscar nuevas formas. De este modo, en poco tiempo hemos pasado a que la provocación sea Miley Cyrus haciendo twerking sacandando la lengua con el culo en pompa dando la impresión de ser una puta puesta de mdma. Vamos, que ya no es provocación sexual, sensualidad, picardía y atrevimiento, sino mal gusto con todas las letras. ¿Qué efecto crea esa actitud en sus seguidores? ¿Es que sólo lo pienso yo? Su actitud inculca patrones y normaliza comportamientos. Esto es por poner un ejemplo paralelo.

Y el problema de que la estupidez y el mal gusto estén generalizados, es que el listón está cada vez más alto. Lo más lamentable del asunto, es que si hicieran esos mismos programas y contenidos desde la tolerancia, el respeto y la compasión, no los vería tanta gente porque les parecería aburrido por el hecho de no haber conflictos y ni decadencias personales. Es una lástima que tanta gente elija ver estas cosas porque sospecho que deben ser pocos los intelectualmente despiertos que decidan poner estos programas (alguno habrá), y por desgracia las personas sin mucho sentido crítico (las dormidas, las inconscientes) acaban imitando lo que ven. Se dice que somos lo que comemos, y si sus cerebros no paran de consumir mierda, acabarán actuando en consecuencia de la mierda que asimilarán como normal y acabarán viviendo peor y, para colmo, molestando a los demás.

El respeto que le das a los demás es el reflejo del respeto que te das a ti mismo.
Anónimo.

Cuidarse para vivir mejor pasa por llevar una vida sana en lo físico, en lo espiritual y en lo mental. Estos programas son a la mente lo que el tabaco al cuerpo: se elige voluntariamente, está normalizados, si te paras a pensarlo no tienen ningún sentido, y te van jodiendo poco a poco sin notarlo hasta que llega un día que es tarde.

=HoZoNe=

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Comentarios.

  1. Julia

    noviembre 24, 2014 (20:59) Responder

    Leyendo tu artículo me he planteado muchas cosas. Por ejemplo que siempre achacamos a la tele que nos mantenga aborregados, posiblemente por tratarse del caso más descarado. Pero últimamente muchas de las cosas que ibas comentando las veo no sólo en la tele sino en otros terrenos como la música o el teatro, por mencionar sólo algunos ámbitos. Con la diferencia de que socialmente a estas disciplinas se les ha dado un lugar un poco más “elitista”. No se plantean todo ese tipo de cosas en esos ámbitos, cuando a veces pasamos mucho más tiempo con ellos que con la televisión y nos transmiten los mismos o peores valores. Me produce la misma inquietud un friki de televisión que ciertos artistas. Con la diferencia de que un artista generalmente es visto por sus fans como un DIOS cuya opinión va a misa. Como consecuencia: un nuevo séquito de embrutecidos. Mismo perro, diferente collar. Cuántas canciones hay en las que reina el morbo, la humillación y la miseria. Normalizan la mierda y fomentan la cultura de la estupidez y el mal gusto. Pero parece que sólo la tele transmite esos valores. Lo que comentas de Miley no es un caso aislado, quizás sea el más descarado, eso sí. Libreme Dios de la “sutil” transmisión de esos valores en otros terrenos…que de la tele ya me libro yo!

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